¡Niño, eso no se dice! ¡Niña, de eso no se habla! ¡Cuando te escuche la gente! Lo aprendemos de pequeños y se nos instala a fuego en la memoria. Luego, de mayores, ante la injusticia, la desigualdad o la corrupción… guardamos silencio. Agachamos la cabeza. Y quien maneja los hilos del teatro es feliz: mejor mantenernos distraídos con la cortina de humo, mientras nuestros destinos se escriben y sellan a nuestras espaldas. Lejos y a escondidas.
El rey va desnudo, pero pocos lo señalan. Y a quien lo hace, le cortan la mano. El grito que dice la verdad es ahogado por las costumbres sociales, por el qué dirán, por vergüenza y miedo. Y mientras tanto, nuestras vidas no nos pertenecen, transitamos un sendero que ha sido trazado por otros, para intereses y objetivos de los que nada sabemos. Y parecemos olvidar que nadie ha sido libre nunca, con las manos atadas a la espalda.
Peluquería: Ángel Cruz.
Asistente Peluquería: Yolanda Carril.
Fotografía: Luis Lorenzo.
Retouche: Javier Villalabeitia.
Make Up: Miriam González.
Estilismo: Jack&jones.