Bruno Salas es un estilista argentino con 48 años dedicados a la belleza y la moda. Miles de mujeres y hombres pasaron por sus expertas manos a lo largo de su vasta trayectoria y tuvieron la oportunidad de conocer ese “touch especial” que sólo tienen los grandes profesionales y que no se puede imitar.
Creativo, didacta y estudioso incansable, cautivó a diversos públicos de todo el mundo con sus colecciones y presentaciones que siempre dejan mucha tela que cortar.
El embajador de Silkey Mundial se anima a esta entrevista y nos cuenta un poco más acerca de su profesión y vida.
¿Cuándo y cómo incursiona en el mundo de la peluquería?
Desde muy temprana edad, a los 8 años, decidí con total convicción dedicarme al mundo de la belleza. Con 13 años logré mi primer trabajo, aun estudiando en APPYA y cursando los estudios secundarios. Fue Juan Carlos Altopieri quien me dio esa primera oportunidad, tal vez por asombro y curiosidad al verme tan seguro de mí. Creo también que tuvo mucho que ver la opinión en ese tiempo de mi maestro Emilio Ruffini de FAPYA. Fueron grandes hombres de la alta peluquería argentina. Fui un privilegiado.
¿Cómo se define?
Me defino como un “hacedor de estilo y belleza”.
¿Qué lo diferencia de los demás estilistas de Argentina?
Creo que la diferencia está en que nunca tuve una meta fijada. Fui siendo naturalmente lo que soy y aún hoy sigo sin darme cuenta y, por otra parte, “nunca miré la quinta ajena”.
¿En qué se especializa?
No soy especialista en nada. Soy un estudioso de todo: maquillo, peino, diseño… simplemente embellezco gente.
¿A quién o quiénes admira?
Admiro el arte, el carisma, el don de la docencia y la magia de mis referentes Flavio Orsini, Oscar Colombo, Alexandre de Paris, Aldo Coppola y Vidal Sassoon. En la actualidad admiro y me nutro de la vanguardia. Son muchos los jóvenes que llevan adelante este maravilloso mundo de la técnica y la creatividad.
¿Cuál es el premio que más lo llena de orgullo? ¿Dónde lo guarda?
A lo largo de mi carrera he recibido más de trescientos premios y distinciones dentro y fuera de mi país. Todos me llenan de orgullo, los llevo en mi corazón y son atesorados en mi conciencia.
¿Cuál es la herramienta que atesora desde sus inicios? ¿Por qué?
Soy de los que piensa que mis recuerdos son para la gente. Siempre voy desprendiéndome de los objetos que atesoro y los regalo o los dono a quien corresponda y lo merezca, pero guardo -aún en uso- mi tijera Paullucci (italiana), la cual me acompaña hace más de treinta años. Está impecable.
¿Qué herramientas o productos no deben faltar en su maletín?
Todas mis herramientas son necesarias. Soy obsesivo con el control de mi maletín de trabajo. Nunca le falta nada y lo reciclo todo el tiempo.
¿En qué países encontró los profesionales más destacados por su creatividad y profesionalismo?
La creatividad es italiana, el profesionalismo es francés y la base técnica perfecta es inglesa. Estas son mis bases educativas, pero la nutrición del conocimiento está en las manos y mentes de todos los profesionales del mundo. “De cada maestro hay un detalle nuevo y valorable”.
¿Cómo es el cliente más difícil? ¿Y el más fácil?
El cliente más difícil es aquel que no sabe lo que quiere y necesita un culpable por su falta de autoestima y seguridad. El desafío es revertir ese sentir. El más fácil es el que te elige y te deja hacer confiando totalmente, pero no es de un día para el otro. La entrega y la fidelidad se gana con el tiempo y la calidad de un servicio serio y responsable.
¿Cuáles son los servicios más solicitados?
Los servicios más solicitados varían a través de las décadas: en los ́50- ́60 eran las decoloraciones y claritos, en los ́70- ́80 eran las permanentaciones, en los ́90-2000 eran las mechas, reflejos y planchita, entre el 2010 y 2020 son los alisados, balayage y desgastes. Hoy, la demanda es una combinación de todo porque él/la cliente elige un estilo personalizado negándose al uniforme social como en otras épocas, pero la salud y belleza es prioridad. Nadie quiere un cabello saturado, sin vida. Por este motivo, el servicio más pedido es cualquier tratamiento capilar de cuidados sumados a la elección de su look.
Enseñanza presencial versus enseñanza virtual. Ventajas y desventajas.
La docencia presencial es la que realmente enseña y corrige defectos técnicos, dejándonos visualizar los resultados tanto positivos como los que no debemos hacer. Para mí, la virtualidad nos posibilita sólo demostrar a través de la imagen, incentiva, da muchas ganas de hacer, pero no podemos ver cómo se hace. Enriquece lo teórico siempre y cuando prestemos atención y memoricemos. Es como estudiar de un libro, sino lo leemos no nos sirve. Es la combinación de ambas lo ideal: “presencial” para ver el resultado y lo “virtual” para alimentar la intelectualidad y el conocimiento.
¿Qué le gusta enseñar a sus alumnos?
Yo, en lo personal, no enseño, solo comparto mi conocimiento aprendido y muestro todo lo que me ha dado resultado artístico y comercial en mis años de trabajo y lo plasmo sin secretos.
Hace poco tiempo, Buenos Aires retomó las actividades después de bastante tiempo a causa del Covid-19. ¿Cómo se preparó para esta situación? ¿Qué medidas tomaron en el salón con los empleados y los clientes?
Fundamentalmente abrí las puertas de mi salón después de cinco meses inactivo, con mucha higiene, distanciamiento social, turnos espaciados y, en principio, con la mitad del equipo.
A los colaboradores con domicilio cercano los trasladamos en vehículos privados y el resto permaneció en sus hogares en cuarentena, incorporándose poco a poco con posibilidades de transporte seguro.
En mi caso, tengo un salón con espacios amplios, que me permitió trabajar sin complicaciones. Además de ser propietario y haber tenido una conducta financiera a lo largo del tiempo. Todo esto me permitió afrontar esta tremenda situación, que a un gran porcentaje del rubro los ha perjudicado muchísimo. Estamos todos en esta situación de empatía y solidaridad para con el otro.
¿Qué le comentan sus clientes a su regreso a la peluquería?
Lo más rescatable de mis clientes es la fidelidad y el alto grado de colaboración en esta nueva modalidad. Fue asombroso, emocionante y muy divertido ver en las condiciones en que llegaban al salón y muy reconfortante el encuentro y el valor que nos manifestaban al vernos.
¿Cuál es su colección favorita? ¿Por qué?
Todas y cada una de ellas porque cada una tuvo una inspiración única.
¿En qué se inspira a la hora de crearlas?
Me inspiro en mi actualidad, en mi fantasía, en mis sueños y siempre en un mensaje a favor de una causa.
¿Cuál es su meta? ¿Hasta dónde le gustaría llegar?
No tengo metas. Las que tuve las cumplí. Me gustó llegar hasta aquí, solo espero que la vida me sorprenda con mi destino que seguramente está escrito.
Tendencias para la nueva temporada.
No creo en las tendencias porque generan un uniforme social que no me gusta. Voy más por la individualidad estética por elección.
Hoy en día “todo vale” y “lo importante es cómo se lleva más que la moda en sí misma”.
¿Qué le diría al Bruno de 10 años si lo tuviera en frente?
Le diría: “Brunito querido, ¡seguí así, vas por buen camino!” Y: “gracias por estar dentro mío siempre”.
¿Alguna anécdota para contarnos?
Mi vida está llena de anécdotas. Atendí celebridades internacionales sin saber quiénes eran y luego me enteraba por la prensa. No lo podía creer. Recibí una distinción de la marca líder en el mundo “a la trayectoria” en la embajada de Francia, siendo embajador de la competencia.
Terminando mi show en Riccione, Italia, para el CACF como invitado, tres mil personas aplaudieron de pie. Luego, cuando estaba en mi camarín, vino a saludarme una eminencia de la peluquería italiana, que tomó mis manos y me comparó con Aldo Coppola.
En la plenitud de mi carrera me contrataron para hacer un seminario-show: hotel 5 estrellas, modelos, luces, todo listo… Llegó la hora, pasó la hora, pasaron dos horas y tres horas y no vino nadie. Fue por un productor improvisado, sin experiencia, pero al final llegó alguien: un fan que se enteró por la madre de una de las modelos. Igual me pagaron y cumplieron con todos los requisitos. Fue frustrante. (Ríe) Y tengo muchas más anécdotas para contarles…