Inspirada en cómo inciden los rayos del sol sobre un mar de arena, ese juego de luces que crea contraste con la naturaleza, esa forma romántica en la que se forman las dunas cuando el viento acaricia cada grano de arena, en ocasiones suave, denso y otras ligero hasta llegar a ser volátil.
La fotografía captura la magia hipnótica del desierto, es un poema narrado en cada onda del cabello, pasando de lo sofisticado a lo frágil y ligero.
Colores tostados, marrones y sienas contrastan con el blanco más puro, dotando de romanticismo la escena en la que entra como protagonista un maquillaje sutil, potente y de estilo casi arquitectónico, en el que el delineado sucumbe a encumbrar miradas penetrantes con acabado brillante.
La luna se viste de blanco puro y diseño con un vestuario cómodo y delicado que enlaza con el sí quiero.
Dirección artística, maquillaje y fotografía: David Fergar.
Peluquería: Toni Espigares.
Vestuario: Florencio Perez.