Todas las enciclopedias de Histología coinciden: “la piel es un órgano”, sin distinción de sectores o zonas corporales. Histológicamente es así y no vamos a refutarlo.
En la práctica, hay zonas diferentes. Los párpados, las palmas y las plantas presentan diferentes grosores. Hay zonas en donde la capa córnea está más engrosada, en otras, más fina; algunas en donde es más abultado el tejido adiposo; mientras que en otras zonas, es inexistente.
La piel del rostro y del cuerpo presentan notables diferencias. La primera diferencia es la disposición de los vasos sanguíneos. En el rostro se disponen en forma vertical a la piel; mientras que en el cuerpo, en forma horizontal a la piel. Nuestro rubor es facial, nunca corporal. El rostro también es una zona expuesta a la intemperie, que sufre de forma permanente las agresiones externas. Tiene una incidencia mayor a la exposición del sol, generando un fotoenvejecimiento más notorio que en el cuerpo, ya que, este último, cuenta con la protección de la vestimenta.
Además, la cara es más delicada a la hora de elegir los cosméticos. Estos son más puntuales y específicos.
Los músculos de la cara son, en su mayoría, músculos de la mímica. En el cuerpo, los músculos son esqueléticos y la flaccidez muscular se evidencia de diferente manera.
El tejido adiposo es otra diferencia para considerar. Su disposición en el cuerpo, más allá de los sexos, tiene una localización mayor con respecto al del rostro.
Los tratamientos de estética corporal pueden enfocarse en la flaccidez, en la obesidad o en la celulitis o PEFE; y la piel corporal no es considerada. Si se realiza un pulido o exfoliación, sólo es con el objetivo de hacer más permeable la piel para ingresar principios activos.
Mejorar el aspecto de la piel corporal nos va a dar una mejor respuesta visual a las demás afecciones que nombramos anteriormente.
Hay que enfocar los tratamientos dentro de la Cosmetología Corporal. Darle la misma importancia en el cuidado corporal epidérmico, que al cuidado facial.
Existe un arsenal de productos cosméticos que son especialmente divididos en faciales y corporales. Debemos darle otra mirada a la piel del cuerpo, verla con el detalle que vemos el rostro. Que el diagnóstico sea más exhaustivo y así tener resultados increíbles. Tenemos que generar en nuestros clientes/pacientes la necesidad de un tratamiento a consciencia y dedicado, utilizando productos especiales para el rostro que se puedan adaptar al cuerpo.
Afecciones en las estructuras epidérmicas corporales:
• Deshidratación.
• Estrías.
• Foliculitis.
• Queratosis folicular.
• Máculas.
• Acné (zonas predispuestas).
• Envejecimiento.
• Sensibilidad.
• Flaccidez cutánea.
• Hiperqueratosis.
Los cosméticos de los distintos laboratorios diferencian la fabricación de los productos corporales a la de los faciales. En los corporales, los vehículos utilizados son más fluidos y los principios activos son menos concentrados.
La propuesta es realizar un protocolo de trabajo corporal similar al facial:
• Limpieza de la capa córnea.
• Exfoliación.
• Producto específico para la afección de esa piel.
• Máscaras.
• Hidratación profunda.
• Producto adecuado para el masaje.
• Producto final y tratamiento domiciliario.
Prof. Susana Lago, docente Académica y Universitaria
@Susana Lago