Las nuevas tecnologías han cambiado por completo nuestra forma de trabajar, incluso en profesiones eminentemente artesanales, como es el caso de la peluquería. Analizamos los beneficios e inconvenientes que esto conlleva, de la mano de nuestros expertos.
La digitalización ha supuesto un revulsivo para los negocios y la vida profesional, facilitando los procesos y la comunicación, además de dar acceso a conocimientos e información ilimitados. Esto, unido a la llegada al mundo laboral de una nueva generación que ha crecido entre pantallas, puede propiciar que, en ocasiones, las labores más artesanales y el trato del tú a tú queden relegados a un segundo plano.
Pero no debemos olvidar que el verdadero sentido de la peluquería reside, precisamente, aquí: en el vínculo que se crea entre el profesional y el cliente, y en el trabajo a medida que consigue cubrir sus necesidades y deseos específicos.
En este contexto, es imprescindible que artesanía y digitalización aprendan a convivir en igualdad de condiciones, que sumen esfuerzos y respeten cada una su ámbito de actuación, para poder seguir creciendo y mejorando como profesionales. Tres de nuestros expertos nos dan las claves para lograrlo.
Reivindicar los orígenes
Anna Barroca, directora del salón Anna Barroca, refiere: “Vivimos en la era digital y esto nos ofrece muchas ventajas, pero no podemos perder de vista nuestro origen, el trabajo artesanal, que siempre dependerá del ser humano”. En este sentido, Barroca señala la importancia de la formación para mantener al día las habilidades técnicas de la profesión: “Nos estamos encontrando con profesionales que tienen carencias en cuanto a la actualización de sus conocimientos, que han dejado de invertir en su crecimiento profesional; pero la formación no acaba nunca, siempre hay nuevas perspectivas que nos pueden ayudar a ser mejores”. Otro elemento sobre el que alerta es la alta adicción que pueden crear los medios digitales y la pérdida de socialización: “Tenemos la capacidad de relacionarnos con otras personas, de expresar emociones y sentimientos. La atención al cliente se está convirtiendo en un bien escaso y debemos reforzarla”.
La digitalización como aliada
De lo que no cabe ninguna duda es que los medios digitales constituyen una herramienta muy potente y eficaz para poder impulsar los negocios y nuestras propias carreras como profesionales. Como explica Christian Ríos, director de Salón Christian Ríos Hair Couture: “Gracias a las herramientas digitales puedo gestionar de una forma mucho más eficiente mi negocio. También son una ventana al mundo: me permiten llegar a un público mucho más amplio y compartir, no solo el trabajo que hacemos, sino cómo lo hacemos, aquello que nos diferencia del resto de la competencia”. Otra de las ventajas que señala Ríos respecto a la digitalización y, en concreto, a las redes sociales es que suponen “una fuente inagotable de inspiración: puedo ver el trabajo de otros peluqueros de todo el mundo, estar al día de las tendencias en otros sectores, informarme sobre la actualidad del sector… Esto me enriquece como profesional”.
La formación sigue siendo clave
Si hay algo que nunca cambia, especialmente en el sector de la peluquería, es la importancia de la formación. Esta debe ser amplia y sólida, es decir, debe permitir a los profesionales cubrir los deseos y necesidades de una clientela cada vez más exigente. Como señala Paloma González, responsable del área de Peluquería de Antonio Eloy Escuela Profesional: “Lo más importante es poder trasladar los nuevos conocimientos al día a día del salón, al trabajo directo con los clientes, y eso se consigue a través de la práctica”. Por este motivo, si bien la formación online resulta muy útil en cuanto a accesibilidad y comodidad, la presencialidad es básica cuando hablamos de artesanía: “La única forma de dominar las técnicas es aplicándolas. Nuestro profesorado acompaña a los alumnos en este camino, resolviendo sus dudas a medida que surgen y ayudándoles a potenciar y perfeccionar sus habilidades de forma personalizada”.